En el sector de la hostelería, cada minuto cuenta. Una cocina eficiente no solo depende de la habilidad del equipo, también de las herramientas adecuadas para preparar alimentos de forma rápida, segura y constante.
Entre los equipos que más impacto generan en la productividad se encuentra la cortadora de verduras. Gracias a este aparato, es posible ahorrar tiempo en la preparación, mantener la uniformidad en los cortes y garantizar un servicio ágil en horas de alta demanda.
En este post de Ibergastro, te explicamos cómo elegir la cortadora adecuada para tu negocio, las pautas esenciales de mantenimiento y limpieza, y algunos trucos de uso que harán que tu inversión rinda al máximo.
El mercado ofrece diferentes modelos de cortadoras de verduras, cada uno con prestaciones pensadas para distintos niveles de trabajo. La elección dependerá de factores como el volumen de producción, el tipo de menú que ofreces y el espacio disponible en la cocina.
Por ejemplo, si tu restaurante maneja un alto volumen de clientes, la cortadora de verduras profesional Vaiotec 550W con 5 cuchillas (ref. 10281) es una solución ideal. Este equipo puede procesar hasta 300 kg de verdura por hora, ofreciendo cortes, rebanados y rallados en un tiempo récord. Su potencia y versatilidad la convierten en un aliado imprescindible para cocinas de gran rotación.
En cambio, para quienes buscan un equipo multifunción de alto rendimiento, la cortadora de verduras Buffalo G784 combina potencia con rapidez. Con capacidad similar de 300 kg/h, destaca por adaptarse a distintas preparaciones, lo que resulta práctico en locales con menús variados.
Por otro lado, si prefieres una opción manual que no dependa de energía eléctrica, el corta-verdura Dynamic Dynacoupe DM470 es perfecto. Su sistema de manivela con discos intercambiables permite cortar y picar verduras, frutas, patatas o incluso queso. Es una alternativa económica y resistente, ideal para negocios con menor volumen de trabajo o como complemento a una máquina eléctrica.
Invertir en una cortadora profesional implica también cuidarla para prolongar su vida útil. El mantenimiento preventivo es fundamental para evitar averías y garantizar que el equipo siempre esté listo para el servicio.
La limpieza diaria debe realizarse desmontando las piezas que entran en contacto con los alimentos. Es importante lavarlas con agua tibia y detergente neutro, evitando productos abrasivos que puedan dañar los materiales.
También se recomienda secar bien cada componente antes de volver a montarlo, ya que la humedad puede generar corrosión o afectar el rendimiento de las cuchillas.
El afilado regular de los discos y cuchillas es otro aspecto clave. Una cuchilla desafilada no solo ralentiza el trabajo, sino que aumenta el riesgo de accidentes. Dependiendo de la intensidad de uso, puede ser necesario afilarlas cada pocas semanas o sustituirlas si presentan desgaste excesivo.
El uso correcto de una cortadora no solo mejora la productividad, también garantiza la seguridad del personal de cocina. Estas son algunas prácticas recomendadas:
La eficiencia también está relacionada con la organización del trabajo. Planifica las preparaciones agrupando los cortes por tipo de verdura o receta, de manera que el tiempo de montaje y desmontaje de cuchillas sea menor. Así, no solo reduces esfuerzos, sino que agilizas el ritmo de producción.
En conclusión, la cortadora de verduras es una inversión estratégica para cualquier negocio de hostelería que quiera mejorar sus procesos de cocina. Elegir el modelo adecuado según el volumen de trabajo, mantener un plan de limpieza y mantenimiento constante, y aplicar las medidas de seguridad básicas, son pasos esenciales para aprovechar al máximo sus prestaciones.
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Estrenar una cortadora de fiambre es un paso importante para quienes buscan mejorar la eficiencia en la cocina profesional o en el negocio de hostelería. Sin embargo, antes de ponerla en marcha conviene realizar una serie de preparativos que aseguren seguridad, higiene y precisión desde el primer corte.
En este post de Ibergastro, hablaremos sobre las acciones clave que debes llevar a cabo antes de empezar a utilizar tu cortadora, desde la lectura del manual hasta las pruebas de funcionamiento.
El primer paso es siempre leer con detenimiento el manual de instrucciones. Cada cortadora de fiambre cuenta con características específicas que deben respetarse para garantizar un uso correcto.
Modelos como la Buffalo 220mm CD277 incluyen detalles sobre montaje y seguridad que resultan imprescindibles para evitar errores y accidentes.
Este documento también aporta indicaciones sobre limpieza, lubricación y mantenimiento, elementos que influyen directamente en la durabilidad de la máquina y en la seguridad del usuario.
Antes del primer uso, es fundamental realizar una limpieza exhaustiva. Durante la fabricación y el transporte, la cortadora de fiambre puede acumular polvo, grasas o residuos de protección que no deben entrar en contacto con los alimentos.
La recomendación es lavar las piezas desmontables con agua tibia, detergente neutro y aplicar un desinfectante apto para uso alimentario. Este proceso no solo garantiza seguridad desde el inicio, sino que ayuda a establecer una rutina de higiene diaria imprescindible en la hostelería.
La cuchilla es el componente central de la cortadora de fiambre y requiere especial atención. Antes de cortar alimentos, se debe comprobar que esté correctamente instalada y alineada.
Ajustar el grosor según la preparación buscada es una práctica habitual en equipos como la Buffalo 250mm CD278, lo que asegura cortes uniformes y sin esfuerzo adicional del motor.
Un buen ajuste inicial mejora la calidad del resultado y al mismo tiempo evita desgastes prematuros en la máquina.
Un montaje seguro es esencial para que la cortadora de fiambre funcione de manera óptima. Bandejas, protectores, soportes y topes deben estar bien colocados, sin piezas sueltas que puedan afectar al rendimiento o provocar accidentes.
Hacer una breve revisión visual y comprobar que cada elemento encaja correctamente es una práctica sencilla que previene problemas futuros.
Antes de trabajar con embutidos o carnes, conviene poner en marcha la cortadora de fiambre en vacío. Esto permite comprobar que el motor arranca con suavidad, que la cuchilla gira sin vibraciones extrañas y que todos los controles responden como es debido.
Las pruebas iniciales también sirven para ajustar velocidad y grosor de corte, asegurando que la máquina esté lista para un uso real.
Para que tu cortadora de fiambre mantenga un rendimiento óptimo durante más tiempo, es recomendable seguir estas prácticas:
Como ves, realizar una correcta preparación de la cortadora de fiambre garantiza no solo seguridad alimentaria, sino también un mejor rendimiento del equipo a largo plazo. Siguiendo estas recomendaciones, el estreno de tu máquina será exitoso y podrás disfrutar de cortes limpios y precisos desde el primer día.
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Las máquinas de hacer helado se han convertido en un aliado indispensable en negocios de hostelería como bares, heladerías y restaurantes.
Equipos como las Buffalo DM067 de 1,5L y la Buffalo CM289 de 2L no solo permiten preparar deliciosos helados y yogures helados con facilidad, sino que lo hacen con rapidez, higiene y eficiencia.
Sin embargo, para aprovechar al máximo su rendimiento, es crucial seguir unas pautas claras tanto de uso como de mantenimiento.
En Ibergastro, te ofrecemos una guía práctica con todo lo que debes saber sobre su funcionamiento, limpieza, consumo eléctrico y plan de mantenimiento.
El funcionamiento de las máquinas de helado es simple y accesible, incluso para operarios sin experiencia previa. No requieren precongelar los recipientes, lo que ahorra tiempo en entornos profesionales. Solo debes añadir los ingredientes en el cuenco antiadherente desmontable, cerrar la tapa transparente y configurar el temporizador desde el panel LED.
El compresor incorporado se encarga del enfriamiento y mezclado automático, entregando un helado cremoso en menos de una hora. Gracias a su potencia (150W en la DM067 y 180W en la CM289), se pueden preparar entre 1,5 y 4 litros por hora, según el modelo.
Su diseño ergonómico y los materiales resistentes permiten un uso continuo sin comprometer la calidad.
En hostelería, la frecuencia de limpieza debe ser diaria. Al finalizar la jornada, se recomienda:
Si se usa para preparaciones con alérgenos o cambia de sabor (por ejemplo, de vainilla a chocolate), también se aconseja una limpieza rápida entre usos para evitar la contaminación cruzada.
La limpieza de las máquinas de helado no es opcional. Si se omite, los residuos lácteos y azucarados pueden fermentar, generar bacterias como la Listeria y afectar tanto al sabor como a la salud de los consumidores.
Además, el acumulado de suciedad puede dañar piezas internas, afectar al sistema de refrigeración y reducir drásticamente la vida útil del aparato.
Además, desde un punto de vista normativo, la falta de higiene puede suponer sanciones en inspecciones sanitarias, sobre todo en negocios de restauración.
El proceso completo de limpieza, desmontaje y secado de una máquina de hacer helado suele llevar entre 15 y 25 minutos, dependiendo de la práctica del operario. Al ser desmontables y con piezas fáciles de manipular, el proceso es sencillo y puede incorporarse como parte de las rutinas de cierre del negocio sin afectar la productividad.
Además de la limpieza diaria, es importante implementar un plan de mantenimiento técnico periódico que incluya:
En modelos como las Buffalo DM067 y CM289, muchas piezas están fabricadas en metal reforzado, lo que alarga su durabilidad, pero no exime de estas revisiones para garantizar un rendimiento óptimo.
El mantenimiento no solo prolonga la vida útil de la máquina, sino que garantiza la seguridad alimentaria, reduce averías inesperadas y mejora la textura final del helado.
Un equipo bien cuidado asegura una producción constante, evita interrupciones de servicio y contribuye a una mejor percepción por parte de los clientes.
Además, cuidar este tipo de maquinaria protege la inversión inicial y minimiza los costes de reparación o sustitución a medio plazo.
El consumo eléctrico de estos equipos es moderado para su rendimiento. El modelo de 1,5L Buffalo DM067 tiene una potencia de 150W, mientras que la CM289 de 2L alcanza los 180W. Esto equivale a un gasto aproximado de:
Estas cifras las convierten en una opción rentable incluso en negocios de alto volumen, gracias a su eficiencia energética y al uso del refrigerante R600a, más ecológico y de bajo consumo.
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La prevención de riesgos laborales es un aspecto fundamental en cualquier entorno de trabajo, pero cobra especial relevancia en el sector de la hostelería, donde las condiciones pueden ser especialmente exigentes.
Desde el manejo de maquinaria y productos calientes hasta los ritmos acelerados y las largas jornadas de pie, los trabajadores de este sector están expuestos a numerosos peligros que requieren una gestión adecuada para garantizar su seguridad y bienestar.
Entender qué son los riesgos laborales, cómo se clasifican, qué dice la normativa vigente y cuáles son las medidas preventivas aplicables específicamente al ámbito hostelero, resulta clave para reducir accidentes y crear entornos más saludables y productivos, y en este post de Ibergastro te lo explicamos.
Los riesgos laborales son aquellas situaciones o condiciones presentes en un puesto de trabajo que pueden provocar accidentes o enfermedades profesionales. En otras palabras, son factores que ponen en peligro la integridad física, mental o emocional de los trabajadores.
La prevención es fundamental porque no solo busca reducir la siniestralidad, sino también mejorar la calidad del entorno laboral. Además de proteger la salud del empleado, una correcta gestión de riesgos impacta positivamente en la productividad, disminuye costes por bajas laborales y mejora la imagen de la empresa.
En sectores como la hostelería, donde el ritmo es intenso y el contacto con el cliente constante, un accidente o una baja pueden afectar gravemente al servicio ofrecido.
Los riesgos laborales se agrupan en diferentes categorías según el tipo de agente que los provoca, lo que permite aplicar medidas de prevención más precisas.
Comprender esta clasificación ayuda a identificar los peligros reales en cada área de trabajo y establecer acciones preventivas específicas.
En España, la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales establece el marco legal para garantizar la seguridad y salud en el trabajo. Esta ley obliga a los empresarios a:
Además, el Real Decreto 486/1997 especifica las condiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo, y otras normativas sectoriales completan estas obligaciones para ámbitos concretos como la hostelería.
La prevención de riesgos en el sector hostelero debe adaptarse a las particularidades de un entorno donde el ritmo de trabajo es elevado y las tareas son muy variadas.
Una de las primeras medidas fundamentales es la formación continua del personal. Todos los trabajadores deben estar debidamente instruidos sobre los procedimientos seguros en la manipulación de maquinaria, productos químicos o alimentos calientes, además de conocer cómo actuar en caso de emergencia.
La evaluación de riesgos también es crucial y debe realizarse de forma específica para cada zona de trabajo: la cocina, la barra, la sala o el almacén presentan desafíos distintos que deben ser analizados por separado.
Otra medida básica es el correcto almacenamiento de los productos, tanto alimentarios como de limpieza, evitando su mezcla y asegurando que estén etiquetados, en lugares ventilados y a alturas accesibles para no provocar lesiones.
En cuanto a la infraestructura, se debe contar con una señalización clara y visible en zonas de riesgo, como suelos mojados, áreas con alta temperatura o con riesgo eléctrico. También es fundamental disponer de una ventilación adecuada, especialmente en cocinas, donde los humos y vapores pueden acumularse y generar condiciones peligrosas para la salud.
Los equipos de protección individual (EPIs) no pueden faltar: guantes resistentes, delantales, calzado antideslizante y otros elementos deben estar disponibles y ser utilizados de forma obligatoria.
Además, la organización de los turnos y descansos debe diseñarse de forma que no se sobrecargue físicamente ni mentalmente al equipo, algo especialmente importante en temporadas altas.
La hostelería es considerada un sector de riesgo medio, aunque algunas áreas específicas, como las cocinas industriales, pueden presentar niveles más altos.
El alto ritmo de trabajo, el contacto con superficies calientes, cuchillos y productos químicos, así como el trabajo nocturno o en fines de semana, son factores que aumentan la exposición a accidentes y patologías musculoesqueléticas o psicosociales.
Por ello, muchas aseguradoras y mutuas incluyen programas específicos de prevención para este sector, con inspecciones periódicas y asesoramiento técnico.
La cocina es uno de los espacios más peligrosos dentro de un establecimiento hostelero. Entre los principales riesgos se encuentran:
La correcta organización del espacio, la limpieza constante y la aplicación de protocolos de seguridad son esenciales para reducir estos riesgos.
Para minimizar accidentes en la cocina, se deben proporcionar y exigir los siguientes elementos de protección:
Además de los EPIs, es esencial inculcar hábitos de trabajo seguros y reforzar la comunicación entre los miembros del equipo para detectar peligros y prevenir incidentes.
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El verano ha llegado y con él la oportunidad perfecta para renovar la carta de tu establecimiento con propuestas frescas, ligeras y llenas de sabor. Los comensales buscan platos que les refresquen sin renunciar al placer gastronómico, y como profesional de la hostelería, sabes que adaptar tu menú a la temporada es clave para el éxito de tu negocio.
En Ibergastro, te presentamos cinco recetas especialmente diseñadas para conquistar el paladar de tus clientes durante estos meses de calor. Cada una de ellas combina ingredientes frescos y técnicas culinarias que garantizan platos atractivos, rentables y perfectos para la temporada estival.
Los ñoquis no tienen por qué ser un plato pesado. Esta versión veraniega combina la textura cremosa de los ñoquis artesanales con un pesto fresco de albahaca y tomates cherry confitados.
Ingredientes principales: Ñoquis frescos, albahaca fresca, piñones, parmesano, tomates cherry, aceite de oliva virgen extra, ajo.
Preparación: Confita los tomates cherry a baja temperatura con aceite de oliva y hierbas aromáticas. Prepara un pesto tradicional con albahaca, piñones, parmesano y aceite. Cocina los ñoquis hasta que floten y mezcla con el pesto. Sirve decorado con los tomates confitados y albahaca fresca.
Este plato ofrece un margen excelente y permite jugar con la presentación, creando un impacto visual que justifica un precio premium.
El brócoli, cuando se prepara correctamente, se convierte en el protagonista perfecto de una ensalada refrescante que sorprenderá a tus clientes más exigentes.
Ingredientes principales: Brócoli fresco, limón, aceite de oliva, mostaza de Dijon, hierbas frescas (perejil, menta, cebollino), almendras laminadas, queso de cabra.
Preparación: Blanquea el brócoli manteniéndolo al dente. Prepara una vinagreta emulsionada con limón, mostaza y aceite. Mezcla el brócoli tibio con la vinagreta, añade las hierbas picadas y las almendras tostadas. Termina con dados de queso de cabra fresco.
Esta ensalada funciona tanto como entrante como guarnición, maximizando su versatilidad en la carta.
Una propuesta innovadora que combina el sabor tradicional de la salchicha fresca con la frescura de un gazpacho dulce y refrescante.
Ingredientes principales: Salchicha fresca de calidad, sandía, tomate, pepino, cebolla morada, aceite de oliva, vinagre de jerez, albahaca.
Preparación: Marca las salchichas a la plancha hasta dorarlas por fuera manteniéndolas jugosas por dentro. Prepara un gazpacho ligero con sandía, tomate y pepino, ajustando la acidez con vinagre de jerez. Sirve la salchicha sobre el gazpacho frío, decorado con dados de sandía y albahaca.
Este plato ofrece una experiencia gastronómica única que diferenciará tu establecimiento de la competencia.
Los huevos cocidos encuentran su mejor versión veraniega en esta ensalada ligera que reinventa la clásica ensalada de patata.
Ingredientes principales: Huevos ecológicos, patatas nuevas, yogur griego, ajo, aceite de oliva, limón, cebolleta, eneldo fresco.
Preparación: Cuece las patatas nuevas con piel hasta que estén tiernas. Prepara huevos cocidos con yema cremosa. Elabora un alioli ligero mezclando yogur griego con ajo, aceite y limón. Combina patatas tibias, huevos cortados por la mitad, cebolleta y eneldo. Sirve con el alioli de yogur.
Un plato que aporta proteína de calidad y satisface sin resultar pesado, ideal para el público que busca opciones saludables.
Los langostinos cocidos se convierten en el lujo accesible de tu carta veraniega cuando se presentan sobre una base fresca y colorida.
Ingredientes principales: Langostinos cocidos, calabacín, naranja, pomelo, aceite de oliva virgen extra, sal en escamas, pimienta rosa.
Preparación: Lamina el calabacín finamente con mandolina. Pela los cítricos a vivo y córtalos en gajos. Dispone las láminas de calabacín en el plato, coloca los langostinos pelados y los gajos de cítricos. Aliña con aceite de oliva, sal en escamas y pimienta rosa molida.
Este plato premium permite trabajar con márgenes atractivos mientras ofreces una experiencia gastronómica sofisticada.
Adaptar tu carta a la temporada no es solo una cuestión gastronómica, es una estrategia empresarial fundamental. Durante el verano, los comensales buscan platos más ligeros, frescos y coloridos que les aporten energía sin resultar pesados.
Los productos de temporada no solo ofrecen mejor sabor y calidad, sino que también permiten optimizar costes y márgenes. Trabajar con ingredientes frescos y locales reduce los gastos de aprovisionamiento y mejora la rotación de stock.
Además, una carta estacional demuestra la profesionalidad de tu cocina y tu compromiso con la calidad. Los clientes valoran positivamente los establecimientos que adaptan su oferta a cada época del año, lo que se traduce en mayor fidelización y recomendaciones.
Estas cinco recetas te permitirán ofrecer una propuesta gastronómica atractiva, rentable y perfectamente adaptada a los gustos y necesidades del verano. Cada plato ha sido pensado para maximizar el sabor, la presentación y la rentabilidad, garantizando el éxito de tu negocio durante la temporada estival.
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En el día a día de una cocina profesional, los paños son herramientas fundamentales. Su uso correcto no solo influye en la limpieza, sino también en la seguridad alimentaria y la eficiencia del equipo. Sin embargo, es común ver cómo se utilizan de manera inadecuada o sin seguir las pautas básicas de higiene. Este artículo pretende ser una guía práctica para restaurantes, bares, hoteles y cualquier establecimiento de hostelería que busque profesionalizar el uso de estos textiles.
En este post de Ibergastro, abordamos todo lo que necesitas saber sobre los paños: desde qué hacer antes de usarlos por primera vez hasta los distintos tipos disponibles y su función específica en una cocina profesional.
Aunque los paños de cocina puedan parecer listos para su uso directamente al sacarlos del paquete, lo recomendable es lavarlos antes del primer uso. Esto permite eliminar restos de fabricación, aprestos y cualquier partícula que puedan haber acumulado durante el proceso de manipulación y transporte. Además, este primer lavado mejora su capacidad de absorción, especialmente en los paños de algodón o microfibra, que suelen estar tratados para conservar su forma en el embalaje.
El lavado adecuado de los paños es clave en hostelería. Estos textiles están expuestos a grasa, alimentos, productos de limpieza y bacterias, por lo que necesitan un tratamiento riguroso. Aquí algunas recomendaciones básicas:
Los paños tienen distintos usos en cocina y sala, y cada uno requiere un tratamiento diferenciado. No es lo mismo un paño usado para sacar bandejas del horno que otro para secar copas o para ayudar al camarero a transportar una botella fría. Los principales usos son:
Materiales
El material del paño influye en su durabilidad, absorción y tipo de uso recomendado. Los más comunes en hostelería son:
Son gruesos, resistentes al calor y están pensados para manipular bandejas, moldes o sartenes calientes. No deben usarse para limpiar o secar utensilios, ya que acumulan grasa fácilmente.
Suelen ser de lino o microfibra de alta calidad. Su función es secar copas y vasos sin dejar pelusas ni marcas. Deben estar siempre limpios y nunca usarse para otros fines.
Más delgados y elegantes, están pensados para acompañar el servicio de sala. Se colocan sobre el antebrazo o se utilizan para sujetar botellas. Aunque no absorben mucho líquido, deben estar impecables.
Son los todoterreno de la cocina, se usan para secar utensilios, limpiar pequeñas superficies o manipular menaje no muy caliente. Se recomienda tener varios disponibles y cambiarlos a lo largo de la jornada.
Un uso correcto de los paños en hostelería no solo mejora la higiene del establecimiento, sino que también optimiza los procesos y reduce riesgos. Identificar el tipo de paño adecuado, lavarlos con rigor y establecer protocolos de uso diferenciado son pasos sencillos que marcan una gran diferencia en la calidad del servicio.
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En una cocina profesional, cada segundo cuenta. Los equipos deben estar preparados para ofrecer un rendimiento constante, adaptarse al ritmo intenso de trabajo y, sobre todo, garantizar resultados de calidad.
Entre los equipos de calor más demandados en el sector hostelero destacan los asadores a gas, que combinan potencia, eficiencia y facilidad de uso.
Diseñados para soportar jornadas prolongadas y flujos de trabajo continuos, los asadores a gas se han convertido en aliados imprescindibles para bares, restaurantes, catering y cocinas industriales.
En este post de Ibergastro, exploramos en detalle sus principales características, ventajas y el motivo por el cual muchos chefs los prefieren frente a otras alternativas.
Los asadores a gas están diseñados exclusivamente para su uso en exteriores, por lo que su instalación debe realizarse siempre en zonas ventiladas, terrazas, patios o áreas de cocina al aire libre. Esta característica responde tanto a razones de seguridad como a la normativa vigente en muchos entornos profesionales.
El montaje es muy sencillo y no requiere obras ni instalaciones complejas. Basta con contar con una conexión adecuada a bombonas de butano o propano y una superficie estable donde apoyar el equipo. Muchos modelos están preparados para funcionar como asadores de sobremesa, lo que facilita su transporte, colocación y almacenamiento tras el servicio.
Además, estos equipos suelen incluir sistemas de encendido rápido y mandos de control individualizados, lo que permite encender cada quemador de forma independiente según las necesidades del momento. La operación es segura siempre que se respeten las indicaciones del fabricante y se trabaje en un entorno exterior bien ventilado.
Para negocios de hostelería que ofrecen servicio en terraza, catering de eventos o cocina en food trucks, los asadores a gas son una solución práctica, potente y segura.
Las múltiples opciones culinarias son otros de los grandes atractivos de los asadores a gas. Están especialmente pensados para preparaciones que requieren calor directo, potente y constante.
Carnes a la brasa, pescados marcados, verduras asadas o incluso tortillas doradas en sartén son solo algunos ejemplos del amplio abanico de posibilidades.
En el día a día de un restaurante, estos equipos permiten marcar entrecots, preparar pinchos morunos o sellar hamburguesas en cuestión de minutos. En cocinas más especializadas, también se utilizan para dorar pimientos, saltear setas o incluso cocinar a fuego lento en sartén esmaltada si el modelo lo permite. Algunos equipos incluyen superficies o sartenes intercambiables, lo que multiplica las opciones sin necesidad de incorporar otros dispositivos.
Gracias a sus quemadores independientes, se pueden preparar distintos platos al mismo tiempo, regulando la temperatura en cada zona según el tipo de alimento. Esto supone una ventaja clave en servicios con alta rotación de comandas.
La limpieza de los asadores a gas es sencilla y rápida, un aspecto esencial en hostelería. La mayoría están fabricados en acero inoxidable o esmaltado, materiales que repelen la suciedad y soportan temperaturas extremas sin deteriorarse.
Los componentes desmontables, como bandejas recogegrasas o sartenes, permiten una limpieza profunda sin necesidad de desmontar el aparato por completo. Basta con retirar las piezas, vaciar los residuos y limpiarlas con agua caliente y un detergente adecuado. También es común encontrar superficies lisas sin tornillos a la vista, lo que reduce las zonas donde pueden acumularse grasa o restos de alimentos.
El mantenimiento periódico incluye la revisión de quemadores y válvulas de gas, pero no requiere conocimientos técnicos avanzados. Con un uso adecuado, estos equipos pueden ofrecer un rendimiento excelente durante años.
A diferencia de los asadores eléctricos, los de gas permiten controlar con mayor precisión la potencia del fuego, algo esencial en cocciones a la parrilla. El calor se genera al instante y se puede modular fácilmente desde los mandos, lo que ofrece un control directo sobre el proceso de cocción.
Además, los asadores a gas mantienen mejor la temperatura en sesiones de trabajo largas, sin pérdidas de potencia ni tiempos de espera para que el equipo recupere el calor. Esto es especialmente útil en servicios intensivos, como en horas punta o eventos con gran volumen de comensales.
En comparación con otras fuentes como la inducción o los hornos eléctricos, el gas sigue siendo una opción más económica a medio plazo, especialmente en negocios donde el consumo energético es elevado.
Los asadores a gas ofrecen múltiples beneficios específicos para el sector hostelero:
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El acero inoxidable es un material duradero que ha conquistado tanto cocinas profesionales como hogares modernos. Su apariencia limpia y su resistencia a la corrosión lo hacen ideal para utensilios, electrodomésticos y superficies, pero aunque su nombre sugiere lo contrario, no es completamente inmune al desgaste si no se le da el trato adecuado.
En esta guía de Ibergastro, abordamos los cuidados esenciales que necesita el acero inoxidable para mantenerse en perfectas condiciones a lo largo del tiempo. Desde cómo eliminar restos de quemado hasta cómo protegerlo frente a los productos que pueden dañarlo, te ofrecemos las respuestas claras y prácticas a las dudas más frecuentes.
Para conservar su brillo y evitar manchas, el acero inoxidable requiere una limpieza frecuente pero delicada. El uso cotidiano puede dejar marcas de dedos, gotas de agua y restos de grasa, por lo que lo ideal es limpiarlo con un paño húmedo con unas gotas de jabón neutro y secarlo inmediatamente con un trapo seco para prevenir marcas.
Cuando las manchas se resisten, el vinagre blanco o el alcohol pueden ser grandes aliados. Aplicados con un paño de microfibra, ayudan a eliminar la grasa acumulada y a devolver el brillo. Eso sí, siempre conviene limpiar siguiendo la dirección del pulido del acero, que es visible en la mayoría de superficies.
Evitar el uso de estropajos metálicos o limpiadores abrasivos es fundamental. Aunque puedan parecer útiles para eliminar suciedad incrustada, suelen dejar rayones que opacan y envejecen el material. En su lugar, lo mejor es optar por esponjas suaves o cepillos con cerdas blandas.
Aunque remojar una sartén puede parecer una forma práctica de ablandar los restos de comida, hacerlo durante periodos prolongados puede ser contraproducente. El acero inoxidable, aunque resistente, no está exento de sufrir manchas o corrosiones leves cuando permanece muchas horas en contacto con agua sucia o jabonosa.
Lo más recomendable es dejar la sartén en remojo por un tiempo breve, el justo para facilitar la limpieza, y luego proceder a lavarla con una esponja suave. Una vez limpia, es importante secarla completamente, ya que la humedad acumulada puede oxidar incluso las zonas más pequeñas o las uniones menos visibles.
Una de las escenas más comunes en la cocina ocurre cuando una olla se queda en el fuego más tiempo del debido y termina con una base quemada, ennegrecida y aparentemente arruinada. Afortunadamente, el acero inoxidable puede recuperarse con un poco de paciencia y técnicas sencillas.
Una de las más efectivas consiste en llenar la olla con agua y añadir una buena cantidad de vinagre blanco. Al llevar esta mezcla a ebullición, los residuos se van aflojando poco a poco.
Una vez apagado el fuego, se añade bicarbonato de sodio mientras aún está caliente, lo que genera una efervescencia que ayuda a despegar los restos más difíciles. Después de dejarla reposar unos minutos, es posible limpiar con una esponja no abrasiva y recuperar gran parte del brillo original.
Otra opción casera, especialmente útil cuando el daño es más superficial, es utilizar medio limón y sal gruesa. La acidez natural del limón combinada con la textura de la sal actúan como un limpiador suave pero efectivo.
No obstante, si el quemado es muy severo, puede ser necesario recurrir a productos específicos para acero inoxidable, siempre revisando que no contengan componentes agresivos.
Una de las grandes virtudes del acero inoxidable es su longevidad. Cuando se cuida bien, puede conservarse en excelentes condiciones durante más de 20 años. Muchos utensilios y muebles de acero inoxidable que reciben un mantenimiento adecuado llegan a durar más de tres décadas, sin perder su integridad estructural ni su aspecto.
Eso sí, esta durabilidad no está garantizada si se expone de forma constante a la humedad, a productos químicos agresivos o a un uso descuidado. La clave está en el mantenimiento regular y en evitar los factores que puedan acelerar su desgaste.
Aunque se promociona como un material muy resistente, el acero inoxidable no es invulnerable. El uso de lejía o productos con cloro puede causar manchas permanentes y acelerar la corrosión. Tampoco es aconsejable aplicar limpiadores con partículas abrasivas, ya que rayarán la superficie con facilidad.
Los ácidos muy concentrados, como los que se usan para limpiar hornos o eliminar cal, también deben mantenerse alejados de este tipo de superficie. Y, como se ha mencionado, los estropajos metálicos o los utensilios muy duros pueden estropear su acabado.
Proteger el acero inoxidable no requiere una inversión grande, sino constancia y cuidado. Secar siempre después de limpiar es uno de los hábitos más sencillos y eficaces, ya que evita la acumulación de humedad que produce manchas. También es útil aplicar cada cierto tiempo una película protectora con productos específicos o incluso con un poco de aceite mineral, lo que ayuda a repeler la suciedad y a mantener su aspecto brillante.
Además, conviene evitar los golpes o rayones innecesarios, utilizar utensilios de silicona o madera, y limpiar regularmente antes de que se acumule la grasa o la cal.
Como ves, el acero inoxidable puede acompañarte durante décadas si lo tratas con cuidado. Adoptar hábitos de limpieza sencillos, conocer qué productos evitar y saber cómo actuar ante manchas o quemados marcará la diferencia.
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En el sector de la hostelería, una correcta conservación de los alimentos es clave para garantizar su seguridad y calidad. Por ello, el uso de arcones congeladores profesionales es una solución indispensable para mantener una cadena de frío cerrada y eficiente.
Estos equipos destacan por su alta capacidad, bajo consumo energético y diseño robusto, adaptándose a las exigencias de cocinas comerciales, restaurantes y comedores industriales.
En este artículo de Ibergastro, abordamos el uso adecuado, el mantenimiento preventivo y especialmente cómo descongelar los arcones congeladores, además de presentar tres modelos altamente recomendados por su rendimiento y fiabilidad.
El uso correcto de un arcón congelador no solo mejora su rendimiento, sino que prolonga su vida útil. Aquí algunos consejos esenciales:
Un buen mantenimiento garantiza la eficiencia energética y reduce averías. Estas son las rutinas recomendadas:
La limpieza periódica del congelador requiere atención tanto al exterior como al interior. Para el exterior, limpia con un paño húmedo y detergente suave, teniendo en cuenta que el acero lacado en blanco es fácil de mantener.
Para el interior, es necesario vaciar completamente el congelador y limpiarlo con una solución de agua y bicarbonato sódico, evitando siempre el uso de productos abrasivos.
Asegúrate de que la puerta cierra herméticamente. Las puertas abatibles o corredizas deben sellar perfectamente para evitar pérdida de frío y consumo innecesario de energía.
Aunque muchos modelos modernos minimizan la formación de escarcha, sigue siendo necesario realizar una descongelación manual periódica.
La formación de hielo reduce la eficiencia del congelador, aumenta el consumo eléctrico y disminuye el espacio útil. Aquí tienes el proceso ideal para descongelar tu arcón:
Retira todos los productos y colócalos en un congelador auxiliar o en cajas isotérmicas para mantener la cadena de frío.
Es importante desconectar el arcón de la corriente eléctrica para evitar accidentes durante el proceso.
Deja la tapa abierta y permite que el hielo se derrita de forma natural. Para acelerar el proceso, puedes colocar un recipiente con agua caliente en el interior (sin que toque directamente las paredes). Nunca uses objetos punzantes.
Una vez derretido el hielo, seca el interior con un paño absorbente y realiza una limpieza con agua y bicarbonato. Asegúrate de secarlo completamente antes de volver a enchufarlo.
Conecta de nuevo el arcón y espera a que alcance la temperatura óptima antes de introducir los alimentos. Esto puede tardar entre 1 y 2 horas, dependiendo del modelo.
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La hostelería en España desempeña un papel esencial en la economía y la cultura del país, representando aproximadamente el 6% del PIB y generando una facturación anual que supera los 122.000 millones de euros.
Con más de 300.000 establecimientos que incluyen restaurantes, bares y hoteles, este sector da empleo a más de 1,9 millones de personas, consolidándose como uno de los principales generadores de trabajo.
Además, su estrecha conexión con el turismo, otro pilar clave de la economía española, ha impulsado regiones como Cataluña, Andalucía y la Comunidad Valenciana, que lideran en número de negocios del sector y atraen millones de visitantes cada año.En un contexto de creciente competitividad y desafíos como la digitalización y los costes operativos, los premios y reconocimientos en hostelería tienen un papel importante. Estos galardones no solo celebran la excelencia y la innovación en el sector, sino que también sirven como motor para impulsar la visibilidad internacional y garantizar estándares de calidad cada vez más altos.
En este post de Ibergastro, exploraremos los algunos galardones que destacan en este sector y su impacto en la industria.
La Guía Michelin comenzó a otorgar sus famosas estrellas en España desde 1974, convirtiéndose en el reconocimiento más codiciado a nivel internacional.
Entre los chefs españoles más destacados con este reconocimiento figuran Ferran Adrià, Martín Berasategui y los hermanos Roca. El restaurante Celler de Can Roca, con tres estrellas, fue nombrado mejor restaurante del mundo en 2013 y 2015.
Para obtener este galardón, los inspectores anónimos de Michelin evalúan la calidad de los productos, la maestría técnica, la armonía de sabores, la personalidad del chef y la consistencia. No existe un proceso formal de postulación; los inspectores visitan los establecimientos sin previo aviso.
Este galardón no incluye un premio monetario ni físico como tal. Los restaurantes reciben una distinción en forma de estrellas (una, dos o tres), que se reflejan en la Guía Michelin. El verdadero valor radica en el prestigio internacional y el aumento de clientela que conlleva.
Aunque no tiene categorías como tal, las estrellas se otorgan en niveles (una, dos o tres estrellas) según la calidad, creatividad y consistencia del restaurante. Además, la Guía Michelin incluye menciones como el Bib Gourmand, que reconoce restaurantes con excelente relación calidad-precio, y el Plato Michelin, que destaca la calidad de la cocina.
Creada en 1979, la Guía Repsol otorga de uno a tres Soles a los restaurantes que destacan en la gastronomía española. Este reconocimiento valora especialmente el producto local, las técnicas culinarias y la experiencia global del comensal.
Restaurantes como Aponiente de Ángel León o Bagá de Pedro Sánchez figuran entre los galardonados con tres Soles. El premio consiste en el prestigio y visibilidad que aporta estar incluido en esta prestigiosa guía nacional.
Los candidatos son evaluados por un comité de expertos gastronómicos que consideran la calidad de la propuesta culinaria, el servicio y la coherencia del proyecto. A diferencia de la Guía Michelin, la Guía Repsol pone especial énfasis en la gastronomía regional española.
Similar a las estrellas Michelin, los Soles no incluyen un premio físico o monetario. Los restaurantes galardonados son destacados en la Guía Repsol, lo que les otorga visibilidad y prestigio en el ámbito gastronómico.
Los Soles se dividen en tres niveles: un Sol, dos Soles y tres Soles, según la calidad de la cocina, el servicio y el ambiente. Además, la guía también incluye recomendaciones para restaurantes que no alcanzan los Soles pero ofrecen una experiencia destacada.
La Federación Española de Hostelería (FEHR) celebra anualmente desde 2011 estos premios que reconocen la excelencia en diversas categorías del sector: restaurantes, bares, cafeterías, empresas de catering y establecimientos de ocio nocturno.
Entre los galardonados destacan El Celler de Can Roca y Casa Gerardo. Estos premios no solo reconocen la calidad gastronómica, sino también la innovación, sostenibilidad y responsabilidad social.
Para participar, los establecimientos deben presentar su candidatura detallando su trayectoria, propuesta de valor y contribución al sector. Un jurado especializado evalúa las candidaturas según criterios específicos para cada categoría
Los galardonados suelen recibir una placa o trofeo conmemorativo que simboliza su logro. Además, el reconocimiento público y mediático es un gran incentivo para los premiados, ya que refuerza su reputación en el sector.
Este premio generalmente se entrega en forma de una placa o trofeo que reconoce la contribución del establecimiento a la preservación de la tradición culinaria. También fomenta el orgullo local y la promoción cultural.
Los Premios Gastro&Cía de LA RAZÓN se han consolidado como unos galardones de prestigio en el panorama gastronómico español. Organizados por el diario LA RAZÓN a través de su suplemento especializado Gastro&Cía, estos reconocimientos celebran la excelencia y la innovación en diversos ámbitos del sector gastronómico y hostelero.
Estos premios fueron creados hace aproximadamente una década, consolidándose año tras año como una referencia en el reconocimiento a profesionales y empresas del sector. Desde su primera edición celebrada en 2013, han ido ganando relevancia en el calendario de eventos gastronómicos españoles.
Los galardonados reciben un trofeo distintivo diseñado especialmente para estos premios, además del reconocimiento público a través de la cobertura mediática del diario LA RAZÓN y su suplemento especializado. El verdadero valor del premio reside en el prestigio y la visibilidad que otorga a los premiados dentro del sector.
Entre los premiados en diferentes ediciones figuran chefs de renombre como Dabiz Muñoz (DiverXO), Paco Roncero, los hermanos Sandoval (Coque), Begoña Rodrigo y Pepe Solla. En la categoría de empresas, han sido reconocidos grupos como Pescaderías Coruñesas, Bodegas Protos, y proyectos innovadores como Gastronomía Sostenible.
Otorgada por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE) desde 2000, la Q de Calidad certifica establecimientos hosteleros que cumplen con rigurosos estándares de calidad en servicio, instalaciones y gestión.
A diferencia de otros reconocimientos centrados exclusivamente en la gastronomía, la Q evalúa aspectos como la seguridad, accesibilidad, respeto al medio ambiente y satisfacción del cliente.
Para obtenerla, los establecimientos deben someterse a auditorías externas que verifican el cumplimiento de los estándares establecidos, con renovaciones periódicas que garantizan el mantenimiento de la calidad.
Los establecimientos certificados reciben un distintivo físico que pueden exhibir, como una placa o sello oficial. Este reconocimiento es una garantía de calidad que atrae a clientes y refuerza la confianza en los servicios ofrecidos.
Iniciado en 2012, este título anual reconoce a una ciudad española por su patrimonio gastronómico, promocionando su oferta culinaria a nivel nacional e internacional.
Ciudades como León (2018), Murcia (2020) y Cáceres (2015) han ostentado este título, que supone un importante impulso al turismo gastronómico local durante todo el año.
Para aspirar a ser Capital Española de la Gastronomía, las ciudades candidatas presentan un dossier que destaca su tradición culinaria, productos autóctonos, chefs locales y programación de eventos gastronómicos.
La ciudad ganadora recibe un título oficial y un distintivo que puede utilizar en su promoción turística. Además, el reconocimiento incluye una amplia cobertura mediática y la organización de eventos gastronómicos que benefician la economía local.
España: destino destacado por su excelencia hostelera
España se ha consolidado como un destino turístico de primer nivel mundial gracias a su extraordinaria oferta hostelera, que combina a la perfección tradición e innovación. C
Con más de 250 estrellas Michelin repartidas por todo el territorio y miles de establecimientos reconocidos por guías prestigiosas como Repsol, el país ofrece una experiencia gastronómica inigualable que atrae a millones de visitantes cada año, convirtiendo la gastronomía en uno de los principales motivos para visitar el país.
La hostelería española también destaca por la calidez de su servicio y la diversidad de sus propuestas, desde pintxos en el País Vasco hasta paellas valencianas o tapas andaluzas.
Este sector, ha sabido adaptarse a las nuevas tendencias sin perder su esencia, incorporando prácticas sostenibles, productos de proximidad y opciones para todas las necesidades dietéticas, consolidando así a España como un referente mundial en hospitalidad y experiencias gastronómicas auténticas.
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