La prevención de riesgos laborales es un aspecto fundamental en cualquier entorno de trabajo, pero cobra especial relevancia en el sector de la hostelería, donde las condiciones pueden ser especialmente exigentes.
Desde el manejo de maquinaria y productos calientes hasta los ritmos acelerados y las largas jornadas de pie, los trabajadores de este sector están expuestos a numerosos peligros que requieren una gestión adecuada para garantizar su seguridad y bienestar.
Entender qué son los riesgos laborales, cómo se clasifican, qué dice la normativa vigente y cuáles son las medidas preventivas aplicables específicamente al ámbito hostelero, resulta clave para reducir accidentes y crear entornos más saludables y productivos, y en este post de Ibergastro te lo explicamos.
Los riesgos laborales son aquellas situaciones o condiciones presentes en un puesto de trabajo que pueden provocar accidentes o enfermedades profesionales. En otras palabras, son factores que ponen en peligro la integridad física, mental o emocional de los trabajadores.
La prevención es fundamental porque no solo busca reducir la siniestralidad, sino también mejorar la calidad del entorno laboral. Además de proteger la salud del empleado, una correcta gestión de riesgos impacta positivamente en la productividad, disminuye costes por bajas laborales y mejora la imagen de la empresa.
En sectores como la hostelería, donde el ritmo es intenso y el contacto con el cliente constante, un accidente o una baja pueden afectar gravemente al servicio ofrecido.
Los riesgos laborales se agrupan en diferentes categorías según el tipo de agente que los provoca, lo que permite aplicar medidas de prevención más precisas.
Comprender esta clasificación ayuda a identificar los peligros reales en cada área de trabajo y establecer acciones preventivas específicas.
En España, la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales establece el marco legal para garantizar la seguridad y salud en el trabajo. Esta ley obliga a los empresarios a:
Además, el Real Decreto 486/1997 especifica las condiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo, y otras normativas sectoriales completan estas obligaciones para ámbitos concretos como la hostelería.
La prevención de riesgos en el sector hostelero debe adaptarse a las particularidades de un entorno donde el ritmo de trabajo es elevado y las tareas son muy variadas.
Una de las primeras medidas fundamentales es la formación continua del personal. Todos los trabajadores deben estar debidamente instruidos sobre los procedimientos seguros en la manipulación de maquinaria, productos químicos o alimentos calientes, además de conocer cómo actuar en caso de emergencia.
La evaluación de riesgos también es crucial y debe realizarse de forma específica para cada zona de trabajo: la cocina, la barra, la sala o el almacén presentan desafíos distintos que deben ser analizados por separado.
Otra medida básica es el correcto almacenamiento de los productos, tanto alimentarios como de limpieza, evitando su mezcla y asegurando que estén etiquetados, en lugares ventilados y a alturas accesibles para no provocar lesiones.
En cuanto a la infraestructura, se debe contar con una señalización clara y visible en zonas de riesgo, como suelos mojados, áreas con alta temperatura o con riesgo eléctrico. También es fundamental disponer de una ventilación adecuada, especialmente en cocinas, donde los humos y vapores pueden acumularse y generar condiciones peligrosas para la salud.
Los equipos de protección individual (EPIs) no pueden faltar: guantes resistentes, delantales, calzado antideslizante y otros elementos deben estar disponibles y ser utilizados de forma obligatoria.
Además, la organización de los turnos y descansos debe diseñarse de forma que no se sobrecargue físicamente ni mentalmente al equipo, algo especialmente importante en temporadas altas.
La hostelería es considerada un sector de riesgo medio, aunque algunas áreas específicas, como las cocinas industriales, pueden presentar niveles más altos.
El alto ritmo de trabajo, el contacto con superficies calientes, cuchillos y productos químicos, así como el trabajo nocturno o en fines de semana, son factores que aumentan la exposición a accidentes y patologías musculoesqueléticas o psicosociales.
Por ello, muchas aseguradoras y mutuas incluyen programas específicos de prevención para este sector, con inspecciones periódicas y asesoramiento técnico.
La cocina es uno de los espacios más peligrosos dentro de un establecimiento hostelero. Entre los principales riesgos se encuentran:
La correcta organización del espacio, la limpieza constante y la aplicación de protocolos de seguridad son esenciales para reducir estos riesgos.
Para minimizar accidentes en la cocina, se deben proporcionar y exigir los siguientes elementos de protección:
Además de los EPIs, es esencial inculcar hábitos de trabajo seguros y reforzar la comunicación entre los miembros del equipo para detectar peligros y prevenir incidentes.
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