En el sector de la hostelería, cada detalle cuenta. Desde la atención al cliente hasta la presentación de los platos, todo suma.
Pero hay un aspecto que, aunque no siempre es visible, impacta directamente en la rentabilidad: el consumo energético. Bares, restaurantes, cafeterías y hoteles requieren un uso intensivo de electricidad y gas para mantener la operativa diaria. Por eso, mejorar la eficiencia energética en hostelería ya no es una opción, sino una necesidad.
Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), los establecimientos hosteleros pueden llegar a destinar entre un 4% y un 6% de su facturación al pago de suministros energéticos. Sin embargo, con pequeñas acciones y decisiones estratégicas, es posible reducir ese gasto hasta en un 30%.
En este post de Ibergastro, te presentamos consejos efectivos para ahorrar energía en negocios hosteleros, mejorar la imagen de sostenibilidad y aumentar los márgenes de beneficio.
Los equipos de cocina profesional, cámaras frigoríficas, lavavajillas industriales y climatizadores representan una parte significativa del consumo energético en establecimientos de hostelería, constituyendo un área donde la eficiencia energética puede marcar una diferencia considerable.
La implementación de medidas como la renovación de equipamiento antiguo por modelos con etiqueta energética A++ o superior, la elección de aparatos con termostatos regulables y temporizadores, y la realización de mantenimientos periódicos puede generar importantes ahorros, como demuestra el caso de un restaurante que consiguió reducir su factura eléctrica en más de 300 euros anuales al sustituir su antigua cámara frigorífica por una con compresor inverter.
Estas acciones no solo suponen un beneficio económico directo para el negocio, sino que también contribuyen a la sostenibilidad medioambiental del sector hostelero. Un equipo limpio y en buen estado no solo consume menos energía, sino que también tiene una vida útil más prolongada, lo que representa una inversión inteligente a largo plazo para cualquier establecimiento que busque optimizar sus recursos y reducir su huella ecológica mientras mantiene la calidad de su servicio.
En la cocina de un restaurante, la eficiencia se desarrolla gradualmente a través de prácticas cotidianas meticulosas, donde el orden, la planificación y los hábitos del personal juegan un papel fundamental en la optimización energética.
Implementar medidas estratégicas como encender los equipos solamente cuando sea imprescindible, agrupar preparaciones por tipo de cocción para aprovechar el calor residual, mantener tapadas ollas y sartenes para conservar la temperatura, y evitar la apertura frecuente de hornos o cámaras frigoríficas puede transformar radicalmente el consumo energético del establecimiento.
Según datos del Carbon Trust, hasta un 60% de la energía utilizada en cocinas profesionales se desperdicia debido a prácticas operativas ineficientes.
Estas medidas de eficiencia no solo representan un ahorro económico significativo para el negocio, sino que también contribuyen a crear un entorno de trabajo más organizado y productivo, donde cada acción está orientada hacia la sostenibilidad y la optimización de recursos.
La formación continua del personal en estas prácticas y la creación de protocolos claros de operación pueden consolidar una cultura de eficiencia energética que, a largo plazo, se traduce en una ventaja competitiva para el restaurante, reduciendo costos operativos mientras se minimiza su impacto ambiental, sin comprometer la calidad del servicio o la experiencia gastronómica ofrecida a los clientes.
La iluminación adecuada eleva significativamente la experiencia del cliente en establecimientos de hostelería, pero puede representar hasta el 20% del consumo energético total si no se implementa con criterios de eficiencia.
Para optimizar este aspecto, es fundamental realizar una transición completa de bombillas halógenas tradicionales a tecnología LED, una medida que no solo mejora la calidad lumínica sino que reduce drásticamente el consumo.
Complementariamente, la instalación de sensores de movimiento en zonas de uso intermitente como baños, pasillos y almacenes evita el gasto innecesario cuando estos espacios no están siendo utilizados, mientras que el aprovechamiento estratégico de la luz natural, potenciado mediante el uso de colores claros en paredes que aumentan la reflectividad, permite disminuir la dependencia de iluminación artificial durante las horas diurnas.
El impacto económico de estas intervenciones resulta considerable, pudiendo traducirse en una reducción de entre el 20% y el 30% en la factura eléctrica mensual cuando se implementa una conversión integral a tecnología LED.
Adicionalmente, esta actualización tecnológica contribuye a la sostenibilidad del negocio, disminuyendo su huella de carbono mientras se mejora la atmósfera del local, creando ambientes más acogedores y adaptables a diferentes momentos del servicio mediante sistemas de regulación de intensidad que optimizan tanto el consumo como la experiencia sensorial de los comensales.
La climatización representa un pilar fundamental para garantizar el confort de los clientes en establecimientos hosteleros durante todo el año, siendo imprescindible el aire acondicionado en los meses estivales y la calefacción durante el invierno.
Sin embargo, estos sistemas constituyen uno de los mayores consumidores energéticos del sector, por lo que su gestión eficiente resulta crucial para equilibrar la experiencia del cliente con la sostenibilidad económica y ambiental del negocio.
La implementación de termostatos programables que eviten temperaturas extremas permite mantener un ambiente agradable mientras se optimiza el consumo, mientras que el mantenimiento periódico de los equipos, con especial atención a la limpieza de filtros al inicio de cada temporada, garantiza su funcionamiento óptimo y prolonga su vida útil, reduciendo tanto el gasto energético como los costes de reparación a largo plazo.
El control efectivo de la climatización se complementa necesariamente con medidas que prevengan las pérdidas térmicas, como el correcto aislamiento de puertas y ventanas que actúan como barreras contra las fugas de temperatura, así como la instalación de soluciones específicas para zonas críticas como los accesos a terrazas, donde las cortinas térmicas o las puertas de aire crean una separación efectiva entre ambientes.
La monitorización detallada del consumo energético en establecimientos hosteleros representa un punto de inflexión en la gestión eficiente, ya que aquello que no se cuantifica difícilmente puede optimizarse.
En la actualidad, el mercado ofrece una amplia gama de soluciones tecnológicas accesibles que permiten realizar un seguimiento preciso y en tiempo real del gasto energético, identificando con exactitud dónde, cuándo y cómo se produce cada consumo dentro del establecimiento.
La instalación estratégica de medidores específicos por áreas críticas como cocina, sistemas de climatización, cámaras frigoríficas e iluminación proporciona datos segregados que revelan patrones de uso, picos de consumo y oportunidades de mejora.
El seguimiento sistemático de las facturas mensuales, contrastándolas con los registros internos y los objetivos planteados, cierra el ciclo de control y permite documentar los avances conseguidos.
La implementación de un plan de eficiencia energética requiere la participación activa de todo el personal. Crear una cultura del ahorro energético implica transformar hábitos mediante educación continua, permitiendo a cada miembro comprender tanto el impacto económico como la responsabilidad ambiental de sus acciones.
La capacitación específica sobre el uso óptimo de equipos proporciona herramientas para reducir el consumo sin comprometer la calidad del servicio.
Esta cultura puede fortalecerse con estrategias prácticas como listas de verificación para el cierre y retos internos con incentivos que reconozcan logros colectivos. El caso del bar valenciano que redujo su factura eléctrica un 12% en seis meses solo con formación y buenas prácticas demuestra el potencial del factor humano como agente de cambio.
Un enfoque combinado de sensibilización, protocolos claros y seguimiento de resultados transforma a cada empleado en promotor de un modelo de negocio más sostenible y eficiente.
Finalmente, el ahorro energético en hostelería no se trata solo de gastar menos, sino de gestionar mejor los recursos. Los consumidores cada vez valoran más los establecimientos sostenibles y responsables con el medio ambiente.
Comienza a implementar estas tareas y compara tus facturas para comprobar cómo tus gastos se reducen progresivamente. En Ibergastro, te ofrecemos un amplio catálogo de suministros para hostelería con etiquetado de eficiencia energética A++ para que puedas ahorrar mes a mes mientras optimizas tu negocio. ¡Empieza a ahorrar hoy con nuestras ofertas!